miércoles, 4 de julio de 2018

Blanca Aurora Basterra de Ávila Cunha


Tantas cosas en común con mi amada Ieia (Blanca Aurora Basterra de Ávila Cunha). Su pasión por la lectura. Su curiosidad casi enfermiza. Su cabeza más dura que mil rocas. Me hubiera venido bien algo de su pragmatismo, pero bueno... 

Mientras estuvo acá nomás, en la vida, conocí varios de sus amores sobre los que hablábamos (Borges, Alfonsina, la docencia como una actividad que es noble y que ennoblece, la Justicia como meta, la obsesión por la verdad como un TOC...). Otros de sus amores se me presentaron tarde en la vida (el peronismo, Victor Hugo, Émile Zola).

La Ieia fue maestra de grado, maestra de villa de emergencia, maestra de las reclusas que estaban presas en el Convento de Salta e Independencia. Fue directora, becaria de la OEA, representante ante el gobierno de un incipiente sindicalismo docente de su provincia de la tierra colorada (Misiones). 

La Ieia era peronista y mi abuelo un gorila extremo. Nada la detenía. La Ieia era actriz, algo que mi abuelo detestaba, pero a ella no la frenaba nadie y a seguir disfrutando de Pirandello y otros amigos.

Siempre fue mi amada Ieia (y sé que fue mutuo, la convertí en abuela a los 42 con mi llegada tan inoportuna y ruidosa). Siempre fue mi Hada. Siempre lloré balbuceando "Ieia" entre mocos.
La Ieia no es más, pero sembró lindo y bueno. Brindo por eso en otro 4 de julio sin ella.





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