Nunca había traducido para una editorial argentina. Por esas cosas de la vida, (y gracias a una palabrera gloriosa y mágica) traduzco literatura para EE. UU.
Como muchaaaacha fan de todo lo argento, quiero resaltar este debut. Además, ¡debutar con una editorial como Selva Canela! Ha sido un placer desde el primer llamado de Iván hasta el último intercambio con Agustín.
Me emociona que dos jóvenes sean emprendedores de la cultura, de la magia que significa que muchas palabritas puestas sobre una página te saquen de paseo por quién sabe una qué lugares. ¡Animarse a emprender algo en tiempos tan jodidos es triplemente festejable y elogiable y todos los ables lindos de la lengua española!
Entiendo que la semana que viene ya se puede comprar ¡en mi país! Qué raro. Qué lindo.
Este libro fue un blast. Me tocó confirmar las palabras del sexo de los mileniales (¿usan las mismas palabras que los babyboomers?, interesting, ja!), las palabras de los insultos y tantas decisiones más.
Iván Saporosi y Agustín Avenali |
Por sobre todas las cosas, amé de este libro acordar con Agustín e Iván ciertos autopermisos para decir mejor lo que es tan lejano, en todo sentido. Durante todo el proceso de la traducción pensé en Schleiermacher para decidir si traer a mis personajes a estas pampas o llevar a los argentos en vuelo directo a esa China milenaria y apasionante y compleja... y luego al hogar que tantos eligieron, en Chinatown, New York. ¿Y cuánto tofu, jade, Mao? He ahí uno de los desafíos de la traducción.
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