jueves, 28 de diciembre de 2017

Homero, Ilíada (Alessandro Baricco)


¿Cuáles son mis cinco escritores favoritos?

Jorge Luis Borges
Jorge Luis Borges
Jorge Luis Borges
Jorge Luis Borges
Alessandro Baricco


No leí toda la obra de Baricco, pero sí varios de sus libros. Mi favorito, por lejos, es Océano mar. El que menos me gusta, seguro para sorpresa de muchos, es Seda. Me gustó muchísimo Tierras de cristal (Castelli di Rabbia). Me gustó La esposa joven. Me fascinó Tres veces al amanecer. Novecento... es una lectura de la que nadie debería privarse. Mr. Gwyn es una delicia.

Pero iba a hablar (informalmente, claro) sobre Homero, Ilíada.

Título:  Homero, Ilíada
Autor:  Alessandro Baricco
Editorial: Anagrama, Barcelona, 2004
ISBN: 84-339-7069-0

Traducción de: Xavier González Rovira


Alessandro Baricco decidió ‘traer’ la Ilíada al siglo 21 para que su versión fuera leída en público (quizás intuyendo que son muchos los mortales, sin ir más lejos, quien escribe, que no leyeron la obra de Homero, fuera de algunos análisis de ciertas partes en colegios o universidades).

Es decir que Baricco nos invita a recuperar la Ilíada. Suena tentador.

En el prólogo, explica qué modificaciones le hizo a la obra:

1) Hizo ciertos cortes para que la lectura tuviera una duración compatible con la «paciencia del público moderno» (el famoso homo zapping). Cortó las apariciones de los dioses que, en su opinión, son las más ajenas a la sensibilidad moderna.
2) Trabajó sobre el estilo de la obra para quitarle asperezas arcaicas que ocultarían el corazón de la historia. Dice Baricco: «Creo que acoger un texto que viene desde tan lejos significa, sobre todo, cantarlo con la música que es nuestra.» Claro que estas palabras de Baricco nos llevan, otra vez, al dilema de Schleirmacher.
3) La obra está relatada en primera persona (él eligió ciertos personajes para que se hagan cargo del relato).
4) Hizo algunas adiciones a las que marcó con letra cursiva.


El prólogo de la obra es hermoso (Paradoja sobre paradoja – Una humanidad combatiente) Es que estamos frente a un texto griego traducido al italiano (por María Gracia Ciani), adaptado en otro texto también italiano (por Alessandro Baricco) que llega a los lectores de otras lenguas ¡en un tercer idioma! (en mi caso, la traducción al español de Xavier González Rovira). Concluye Baricco: «Borges se habría frotado las manos.»

La historia es la historia de las luchas entre aqueos y troyanos donde se destacan la presencia de Aquiles, Ulises, Héctor y Demóstenes.

Ahora bien, cuando termina la historia madre (la Ilíada) y creemos que ya está, nos recibe Baricco con unas reflexiones brillantes sobre la guerra, sobre la condición humana. Dice que la Ilíada es un monumento a la guerra y que la guerra es la única forma posible que ha encontrado el hombre, hasta ahora, de convivir, de cambiar su propio destino. (El hombre sigue en guerra hoy, en el siglo 21). El libro termina con una invitación, nada ingenua, a pensar (y hacer) otro mundo posible.

«Demostrar que somos capaces de iluminar la penumbra de la existencia sin recurrir al fuego de la guerra. Dar un sentido, fuerte, a las cosas, sin tener que llevarlas hasta la luz, cegadora, de la muerte. Poder cambiar el destino de uno mismo sin tener que apoderarse del de otro.»
Alessandro Baricco, Homero, Ilíada, página 186


Palabreros de ley: merecen este libro. No se lo pierdan.

Aurora Humarán



domingo, 24 de diciembre de 2017

A veces las palabras se ponen del lado del traductor



Estoy leyendo una antología de poemas de José Saramago en su edición bilingüe.

Si bien sabemos que las palabras suelen darnos duras batallas, también ocurre que algunas (pocas) veces, el azar, o vaya a saber una qué, nos presenta situaciones como esta. ¡Las palabras están de nuestro lado!

Fíjate en la palabra 'vaivén' que está en la última línea del poema. Tal vez coincidas conmigo en que la oposición de 'vaivén' y 'ven ven' es poderosísima, desde la imagen hasta su música. Para colmo de bienes, los caprichos de la lengua ayudan al traductor (Ángel Campos Pámpano)  a mantener en español la música que pensó Saramago en portugués. Imagino que este alivio lo disfrutan todos los traductores hacia lenguas romances. 

Aurora Humarán





Destino
Hago en el suelo un trazo, junto al agua:
No tarda la marea en alisarlo.
Así es el poema. Es común suerte
Que arenas y poemas tanto valgan
Al vaivén de la marea, al ven ven de la muerte.

José Saramago


Destino
Risco no chão um traço, à beira água:
Não tarda que a maré o deixe raso.
Tal e qual o poema. É comum sorte
Que areias e poemas tanto valham
Ao vaivém da maré, vem-vem da morte.

José Saramago 


Yo hubiera elegido 'masturbarme'



«Y a veces me juego y mi infantilidad, que aún no había perdido del todo su inocencia y su armonía, se atascaban, es decir, comenzaba a sentir (era algo que me iba ocurriendo con más frecuencia) que no conseguía olvidarme por completo de mí mismo mientras pintaba y que aparecían ciertas cuestiones que me apartaban del juego al que estaba jugando, y entonces me apetecía hacerme una paja».

(Estambul, Orhan Pamuk)



Epa.

El libro de Pamuk es una autobiografía. Una autobiografía parcial porque llega hasta el momento en que Pamuk decide que será escritor. Es, además, una bellísima descripción de la ciudad de Estambul. Bellísima en las partes hermosas del lugar, pero mucho más en sus remiendos, en sus oscuridades.

Así que disfrutando estaba yo del libro cuando me cruzo con esta expresión ('hacerse la paja') y clavo los frenos ¡¡¡iiiiiiii!!! ¿Qué pasa que se me viene abajo el registro de esta manera?

Todos sabemos que la palabra 'culo' en España se usa con menos tabúes que en la Argentina. Las publicidades sobre pañales descartables siempre hablan del 'culito' del bebé, algo impensable en mi país porque se consideraría un vulgarismo. Es por esto que doy por descontado que la expresión de marras (*) ha sido elegida por un no argentino y, además, es probable que sea una perfecta elección para la mayoría del mundo hispanohablante, ese frondoso árbol de 450 millones de personas.

¿Si hay otras opciones? ¿O qué hubiera elegido yo? Yo hubiera elegido 'masturbarme'. (**)



Aurora Humarán

(*) cuántos años esperando para usar esta expresión. Gracias, Dios.
(**) sobre la importancia del uso de las comillas. 😁




viernes, 22 de diciembre de 2017


Título: Travesuras de la niña mala
Autor: Mario Vargas Llosa
Editorial: Alfaguara
ISBN: 8420469955 | EAN: 9788420469959


Se trata de una historia lineal que a pesar de haberme ‘picado’ no bien supe quién era el principal personaje, no me generó gran interés a lo largo del camino. Encontré demasiadas casualidades en la historia, casualidades que prefiero encontrar en la vida (y sorprenderme) antes que leer en un libro (y sospechar).

Si bien Vargas Llosa no se encuentra entre mis escritores favoritos, salté con esta novela por sobre otros libros que estaban haciendo cola sobre mi mesa de luz. ¿Por qué? Porque el protagonista (quien narra la historia, además) es un intérprete.

Lo acepto. Entré en la novela con mucha visceralidad. Tal vez no seré muy objetiva en esta reseña que, de comienzo a fin, pinta al intérprete y al traductor como seres anodinos, pobretones, intrascendentes, casi unos burócratas descoloridos dentro del mundo de las convenciones (los unos) y las editoriales (los otros).

Me deslicé por la novela sin demasiado interés ni sorpresa, excepto un cambio de tiempos (casi al final) que me sacó un poco de rumbo y fue una sacudida interesante, en cuanto atañe al argumento de la novela.

Con respecto al cómo, la pluma de Vargas Llosa no me tocó el corazón literario. Relatos de hechos y pocas descripciones (de esas que me gustan a mí, claro). Debería decir que encontré más esmero en el ‘hacia dónde’ (el argumento) que en el ‘cómo’ (la escritura).
Me encantaría saber cómo hubiera sido esta reseña, si yo no fuera traductora.

Comentarios deshilachados:

Algunos ¿peruanismos? que encontré y que resultaron del todo comprensibles en su contexto: huachafería, pichichurri, «hazme recuerdo» (conocía el adorable «hazme acuerdo» de los colombianos, ahí donde los argentinos decimos: haceme acordar).

Me llamó la atención que el género de jet-set sea femenino y, además, esta oración:

«Casi siempre me doy cuenta a la primera luqueada si se puede o no se puede» (pág. 307)

Algunas partecitas que me gustaron particularmente. O que me molestaron particularmente. En fin, que me hicieron retroceder y luego atesorarlas (para luego compartirlas):

«Aquellos fueron unos años de mucho trabajo para mí aunque, como hubiera dicho la niña mala, de mediocres logros: saltar de traductor a intérprete».

«Un intérprete solo es cuando no es, un homínido que existe cuando deja de ser lo que es para que por él pasen mejor las cosas que piensan y dicen los otros».

«Ser intérprete me parecía una profesión anodina, pero, también, la que menos problemas morales plantea a quien la ejerce.»

«Nunca había pensado hacer traducciones literarias porque sabía que estaban muy mal pagadas en todas las lenguas».

«Nuestra profesión de intérpretes es otra manera de ser siempre un extranjero, de estar sin estar, de ser, pero no ser».

Aurora Humarán


sábado, 9 de diciembre de 2017

Iluminaciones


Cuando te cruzás con estas cosas, no hace falta tener mucha creatividad o imaginación o poesía o vuelo para poder pensar al sol calzándose un sombrero francés, metiendo el pulgar en una paleta y saliendo (!) a iluminar la vida. 





martes, 5 de diciembre de 2017

Mis diccionarios (including without limitation)

     


Esta no es una puntillosa, exhaustiva ni metódica enumeración de mis diccionarios.
Esta es una foto de una partecita de una parte de mi vida. Una parte clave. Destinada a ellos primero por los genes, luego por obsesión propia. En ordenado desorden.

Cuando terminé primer grado, mi abuela Blanca Aurora Basterra me regaló mis primeros diccionarios (los cuatro tomos verdes). No eran los clásicos diccionarios para una nena de 7 años con muchos dibujos y pocas palabras. Todo lo contrario.

Si bien aspiro a ser una cronopia como Julio manda (la incompatibilidad con un relevamiento preciso es obvia), me tienta la idea de organizar mis diccionarios. Dilema. Solo sé que son más de 100, pero menos de 27.892. Soy reacia al estricto detalle (que debería escribir con itálicas o no, con puntos o no, con comillas o no, tal como establece la ley), pero vamos a ver si me pongo a pensarlos un poco, al menos en modo despeinado.

Esta no es una puntillosa, exhaustiva ni metódica enumeración de mis diccionarios.
Esta es una foto de una partecita de una parte de mi vida. Como ocurre con las fotos más especiales, una va pasando por la vida, y la foto está ahí antes de que la atrapemos, así que el clic se produce luego de la foto. Recién me di vuelta y estaba la foto que está más arriba. Mis custodios. Mis amigos. La magia de los libros y de las palabras que los habitan. Merlín no es casual.

Aurora Humarán



Spelling (Margaret Atwood)

Dijo Gustavo que poesía eres tú. Traducido para mí (que soy más poesía que otra cosa): poesía sos vos. Dice la RAE que poesía es una composición literaria que se concibe como expresión artística de la belleza por medio de la palabra, en especial aquella que está sujeta a la medida y cadencia del verso. Dijo Isidoro Blaistein que la poesía es muy fácil porque se escribe toda chiquita y p'abajo. Tantos poetas y poetisas enormes. Borges arriba, claro. La tenue Emily. El adelantado Marechal. El Gran Chileno. Octavio. Keats. Machado. El dantesco Dante. Das Bard. Bertolt. Y ella...






SPELLING

My daughter plays on the floor
with plastic letters,
red, blue and hard yellow,

learning how to spell,
spelling,
how to make spells.

*

I wonder how many women
denied themselves daughters,
closed themselves in rooms,
drew the curtains
so they could mainline words.

*

A child is not a poem,
a poem is not a child.
There is no either / or.
However.

*

I return to the story
of the woman caught in the war
and  in labour, her thighs tied
together by the enemy
so she could not give birth.

Ancestress: the burning witch,
her mouth covered by leather
to strangle words.

A word after a word
after a word is power.

*

At the point where language falls away
from the hot bones, at the point
where the rock breaks open and darkness
flows out of it like blood, at
the melting point of granite
when the bones know
they are hollow and  the word
splits and  doubles and  speaks
the truth and  the body
itself becomes a mouth.

This is a metaphor.

*

How do you learn to spell?
Blood, sky and the sun,
your own name first,
your first naming, your first name,
your first word.

Margaret Atwood