jueves, 16 de noviembre de 2017

Obsesiones



No tengo ninguna estadística, pero intuyo que pocos andan por la vida tan obsesionados con la profesión como los traductores y los intérpretes. Cualquiera de nuestros parientes o amigos pueden confirmarlo. Sin duda en gran parte se debe a que vivimos inmersos en nuestra herramienta principal: la lengua. Como si un dentista viviera rodeado de dientes. Comparamos lo que dice el actor con lo que dicen los subtítulos. Leemos como apasionados auditores la revista bilingüe en el avión. Sufrimos con la nota que firmó el administrador de nuestro consorcio. El “si tendría” nos hace daño a la salud (sé que también les pasa). Controlamos menúes. Según la personalidad, algunos van corrigiendo por la vida, pero lo importante es que todos estamos mirando y escuchando atentamente. Siempre. Reflexionamos continuamente sobre la lengua. 

Somos sutiles, como debe ser un profesional de la lengua. Si no me sirve el adjetivo ‘idílico’, ¡no habrá manera de que deje de pensar hasta que encuentre el que quiero, el que necesito, el que es! Trance de traductora o de intérprete: buscar en ese bello y rico reservorio de datos que hemos formado con años de estudio, de reflexión y de lectura. En los pasillos de la mente se atesora nuestro bagaje de palabras, y encontrar la palabra correcta es un Candy Crash intelectual, inexplicable para quien no traduce o no interpreta. 

Nuestra obsesión, en principio inofensiva, puede ser peligrosa. ¿Por ejemplo? Si nos empecinamos en hartar a nuestros clientes con las normas de acentuación o con los usos incorrectos del gerundio. Hay que asumirlo: poco importa la coma del vocativo a la mayoría de los mortales. ¡Claro que somos los profesionales de la lengua! ¡Por supuesto que buscamos que el cliente entienda y valore nuestro conocimiento! Sabemos que el cliente siempre tiene la razón, pero que los expertos en la lengua somos nosotros. El desafío es, entonces, encontrar el equilibrio entre expresar nuestro conocimiento sin convertirnos en una mosca zumbona y densa. Serán pocos los clientes que compartirán nuestra pasión (tienen las suyas). Lo importante es que nos entreguen sus palabras con confianza. 

Soy una traductora, es decir una viajera, una cruzapuentes, una palabrera, una palabrista. I’m between English and Spanish. A veces, en alguna zona en el medio. Leo cuatro libros a la vez. Colecciono diccionarios. Me enorgullece decir de qué trabajo. Estoy enamorada de las palabras.

Pasen cuando quieran.


Aurora Humarán



La divina comedia, escrita por Dante Alighieri y traída al español por Jorge Aulicino

2 comentarios:

  1. Te recordaré para siempre como mi primer lector, Jorge. Veo que compartimos el amor por muchos escritores así que ¡tiene sentido!
    Gracias por tu visita.

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