domingo, 16 de octubre de 2022

Transculturización nivel Dios



Para mi sorpresa, el enorme chileno también ¡tradujo! Y nada más y nada menos que al Bardo. Ahora bien... nótese la intervención extrema del traductor que se nota incluso sin leer el libro: 1) se intervino el nombre de la obra 2) en la tapa del libro está el gran Parra (foto y nombre) y ni mu del autor. Veré qué pasó con la obra, pero una rápida recorrida me dice que esta no es una traducción ni siquiera parecida a otras de "The Tragedy of King Lear". Sobre este libro, dice Harold Bloom en la contratapa: "Nicanor Parra es, incuestionablemente, uno de los mejores poetas de Occidente". (¡Claro que sí!) El especialista Chris Fassnidge afirma que el resultado hubiera contado con la total aprobación de Shakespeare.

 


Un pedacito del prólogo:

Jóvenes acostumbrados
A las tragedias que terminan bien
Esta no puede terminar peor.
En un mundo desprovisto de racionalidad
La poesía no puede ser otra cosa
Que la mala conciencia de la época.



Hablando de traer o llevar al Inglés Enorme (gracias, Schleiermacher y Venuti), leí un libro de la Universidad de Salamanca ("Traducción y representaciones del conflicto de España y América", Araguás, Rodríguez y Sastre) que analiza la reacción de los traductores americanos (a partir del siglo XX) con respecto a las traducciones españolas de Shakespeare (en especial, con respecto a la vulgata, como la llama Pablo Ingberg, es decir, las traducciones del español Astrana Marín). Al eterno dilema que enfrentamos al traducir, los traductores americanos (Emir Monagal, Whitelow, Idea Villariño, Pablo Neruda, Patricio Canto, Mujica Lainez, el propio Pablo Ingberg, entre otros grandes) sumaron (en distinta medida) el dilema de si despeninsulizar o no a Shakespeare. Quienes traducimos a español ya sabemos bien qué es el español neutro (que no existe, pero sí existe) y las dificultades que nos agrega a la labor traductora. Ahora, sumado a ese y otros tantos desafíos que nos plantea la traducción... ¿cómo tocar los corazones de casi 600 millones de hispanohablantes y, a la vez, no privarlos de las muchísimas magias de Shakespeare?

That is the question.

Aurora Matilde Humarán



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