domingo, 16 de febrero de 2020

Poetic Heart, 2020 (Or how to discover a world) - Leticia Monge



All my life I’ve had luck I can’t even begin to account for, but this time it was just too much. I had the privilege of attending a poetic event in the Arab world. An unknown world, incidentally. A world awaiting discovery (on this end). And as if that weren’t enough, the invitation called on me to think of the impossible. An annual poetry event involving schools and poets, that invites young people and adults to share their poems with a mature and serious audience – and a joyous audience, pure as pure can be. 

So, where to begin? Perhaps, with the fact that we’re thinking of something real when we think of poetry as a subject. Not as a vehicle for feelings or for redeeming tormented lives. Poetry is real – the poetry of every day, of every personal experience immersed in its own terms. That’s poetry. A personal and genuine look at a world that’s turning. And voices and words that are turning, while something is bringing things together, a feeling of community that’s not bent on war or competition, but just on sharing an experience, each person’s very own experience. That’s poetry.

It’s just one day a year, but it’s much more than that. A parade of worlds where the rules are all in place, yet no one’s enforcing them because it’s not a competition. Let me underline that: it’s not a competition. Poetry never has been and never will be a competition.  These things come from somewhere else. That’s why nobody’s expecting to win, nobody’s expecting to outdo anyone else. The challenge is to look up and find someone else who’s different, similar, the same.
One day each year, one morning and one afternoon each year, students from different schools read their poems, and listen to poets from other countries and other regions who all share the same drive to communicate. And they become equal. The quest for meaning or no meaning becomes a banner, and here are all these people with their abilities, some with abilities that we in the West refer to as “different,” but this event has another name for them: “people with determination.” And that’s how it’s mapped out, it’s not their differences that show us who they are, but their similarities. And then we’re sure that this is something new.  The East is telling us to rethink ourselves– or think less of ourselves.


With ideas ranging from dictionary trees to growing by putting down roots, the novelties of each performance enrich us, the rhythm of poetic cadences becomes deafening as it reminds us of what we’ve been forgetting (the very essence). How many poetic hearts are there living in our countries? Perhaps as many as there are residents, and yet in the unfolding of the present somehow we fail to see them. Because a poem is this. Because a poem is a lament. Because a poem is laughing so as not to cry, or the other way around. And at this event, thousands of kilometers from the safety of home (and the screen), we come face to face with uncertainty. Words.  Words put in order. Words put in order by people who are disorderly. Or not.  Words.

If I’m promised something new, I’ll show up. And while I was expecting something different, I didn’t know the half of it.  This poetry event goes so far beyond what they say it is. Making sense of maturity and what’s poetic all at the same time is already more than enough. But understanding this and all its analogs is simply too vast from the git-go. If I were to give it a title, I’d call it “Poetic Heart,” because there’s nothing else to add. This is what the event is called, and this is how it calls out to us. At its ninth edition, we find ourselves among students, teachers and other kindred souls.  So let us come together more often, because East and West are not as far apart as we thought. We’re much closer together. And so that’s the main challenge. Redrawing a map that brings us closer together, so we can look into others’ eyes and they can gaze into ours.  With the attendance of so many eminent and unknown figures, the gathering is jammed.  Interviews and music, poetry and literature.  The heart is one, it has no structure.  The heart is poetic or it isn’t.


Poetic Heart is held in Dubai, United Arab Emirates, with the selfless support of volunteers from many backgrounds, and all information, poems, compositions, presentations and texts are available here. It was born from the proposal of another poetic heart, that of Dr. Shihab Ghanem, a poet whom I had the good fortune and privilege to translate (which is how I crossed my first bridge), who, with the support of the Ikeda Foundation, is carrying forward this bold and ambitious project to create a space where we can discover the voice (as well as the rights) of those who are trying each day to make the world a safer place.  Through poetry, through dreams. For all those other poetic hearts and other hearts that dare.

Leticia Monge

(Translated by Kevin Mathewson)


































sábado, 15 de febrero de 2020

Corazón poético, 2020 (O cómo descubrir un mundo) - Leticia Monge




Toda mi vida tuve una suerte que escapa a mi racionalidad, pero esta vez fue demasiado. Tuve un privilegio y fue el de asistir a un evento poético en el mundo árabe. Mundo desconocido, por demás. Mundo por descubrir (desde acá). Y si no podía esperar más, esta invitación me invitó a pensar en lo imposible. Un evento anual de poesía que incluye a escuelas, poetas, que invita a jóvenes y adultos a compartir sus poemas con un público maduro, serio. Y con un público jovial, de pura pureza. Ahora, ¿por dónde empezar? Tal vez, por el hecho de que se piensa en algo de verdad cuando se piensa en la poesía como tema. No un vehículo de emociones ni una redención de vidas torturadas. La poesía es real. Es la de todos los días, la de cada vivencia particular encapsulada en sus propios conceptos. Eso es poesía. La mirada personal y genuina sobre un mundo que gira. Y giran las voces y las palabras y algo unifica y es la sensación de comunidad no dispuesta a la guerra ni a la competencia, sino a compartir una experiencia. La propia, de cada cual. Eso es poesía. 

Es un día por año, pero es mucho más que eso. Desfile de mundos de reglas dispuestas y no hay nadie que las vigile, porque no es una competencia. Subrayo: no es una competencia. La poesía no fue y no va a ser nunca una competencia. Esas cosas vienen de otros lados. Por eso, nadie espera triunfar, nadie espera superar. El desafío es levantar la mirada para encontrarse con otro más, diferente, parecido, igual.
Un día al año, una mañana y una tarde por año, estudiantes de distintas escuelas leen sus poemas y oyen a poetas de otros países y otras regiones con el mismo ímpetu de comunicar que ellos. Y se iguala. La búsqueda de sentido o de sin sentido se hace una bandera, y ahí están las personas con sus capacidades, algunos con capacidades que desde Occidente nombramos “diferentes”, pero este evento tiene otro nombre para ellos: “personas con determinación”. Y ahí se traza la zanja, que no es la diferencia lo que los nomina, sino la similitud. Y entonces estamos seguros de que es algo nuevo. Oriente nos propone volver a pensarnos. O a pensarnos menos.

Desde ideas de un árbol-diccionario, hasta crecer echando raíces, las novedades de cada intervención enriquecen, el ritmo de la cadencia poética ensordece porque recuerda que hubo algo de lo que nos fuimos olvidando (la esencia). ¿Cuántos corazones poéticos habitan en nuestros países? Quizá sean tantos como habitantes, sin embargo, en el devenir del presente se nos escapa. Que el poema es eso. Que el poema es lamento. Que el poema es reírse por no llorar, o viceversa. Y en este evento, a miles de kilómetros de la seguridad del hogar (y la pantalla), se nos presenta lo incierto. Palabras. Palabras ordenadas. Palabras ordenadas por personas desordenadas. O no. Palabras. 

Si me prometen algo novedoso, yo voy. Y si esperaba algo distinto, me quedé corta. Este evento de poesía va más allá de lo que se dice. Entender la madurez y lo poético al mismo tiempo ya es demasiado. Ahora, entenderlo y entender lo parecido, de prepo, ya es inviable. Si pudiera ponerse un título, diría “Corazón poético”, porque no hay nada que agregar. Así se llama el evento, y así nos llama. En su novena edición, entre estudiantes y profesores y almas de a pie nos encontramos. Encontrémonos más seguido, porque Occidente y lo Oriental no están tan lejos como pensamos. Estamos mucho más cerca. Y el desafío principal, entonces, es ese. Rediseñar un mapa en donde estamos cerca, que nos miremos en el ojo ajeno y que nos miren por otra pupila. Con la participación de figuras eminentes y desconocidas, la reunión es plena. Entrevistas y música, poesía y literatura. El corazón es uno, no tiene estructura. El corazón es poético o no es.



Poetic Heart se organiza en Emiratos Árabes Unidos con el aporte desinteresado de voluntarios de muchos ámbitos y toda la información, los poemas, las composiciones, presentaciones y textos se encuentran  en http://www.thepoeticheart.com. Nació de la propuesta de otro corazón poético, el del Dr. Shihab Ghanem, poeta al que tuve también la suerte y el privilegio de traducir (y así crucé mi primer puente) y que, con el apoyo de la Fundación Ikeda, lleva adelante este ambicioso y valiente proyecto de crear un espacio para que se escuche la voz (y los derechos) de los que intentan hacer cada día del mundo un lugar más seguro. A través de la poesía, a través del sueño. Por muchos más corazones poéticos y atrevidos a serlo.

Leticia Monge