viernes, 22 de diciembre de 2017


Título: Travesuras de la niña mala
Autor: Mario Vargas Llosa
Editorial: Alfaguara
ISBN: 8420469955 | EAN: 9788420469959


Se trata de una historia lineal que a pesar de haberme ‘picado’ no bien supe quién era el principal personaje, no me generó gran interés a lo largo del camino. Encontré demasiadas casualidades en la historia, casualidades que prefiero encontrar en la vida (y sorprenderme) antes que leer en un libro (y sospechar).

Si bien Vargas Llosa no se encuentra entre mis escritores favoritos, salté con esta novela por sobre otros libros que estaban haciendo cola sobre mi mesa de luz. ¿Por qué? Porque el protagonista (quien narra la historia, además) es un intérprete.

Lo acepto. Entré en la novela con mucha visceralidad. Tal vez no seré muy objetiva en esta reseña que, de comienzo a fin, pinta al intérprete y al traductor como seres anodinos, pobretones, intrascendentes, casi unos burócratas descoloridos dentro del mundo de las convenciones (los unos) y las editoriales (los otros).

Me deslicé por la novela sin demasiado interés ni sorpresa, excepto un cambio de tiempos (casi al final) que me sacó un poco de rumbo y fue una sacudida interesante, en cuanto atañe al argumento de la novela.

Con respecto al cómo, la pluma de Vargas Llosa no me tocó el corazón literario. Relatos de hechos y pocas descripciones (de esas que me gustan a mí, claro). Debería decir que encontré más esmero en el ‘hacia dónde’ (el argumento) que en el ‘cómo’ (la escritura).
Me encantaría saber cómo hubiera sido esta reseña, si yo no fuera traductora.

Comentarios deshilachados:

Algunos ¿peruanismos? que encontré y que resultaron del todo comprensibles en su contexto: huachafería, pichichurri, «hazme recuerdo» (conocía el adorable «hazme acuerdo» de los colombianos, ahí donde los argentinos decimos: haceme acordar).

Me llamó la atención que el género de jet-set sea femenino y, además, esta oración:

«Casi siempre me doy cuenta a la primera luqueada si se puede o no se puede» (pág. 307)

Algunas partecitas que me gustaron particularmente. O que me molestaron particularmente. En fin, que me hicieron retroceder y luego atesorarlas (para luego compartirlas):

«Aquellos fueron unos años de mucho trabajo para mí aunque, como hubiera dicho la niña mala, de mediocres logros: saltar de traductor a intérprete».

«Un intérprete solo es cuando no es, un homínido que existe cuando deja de ser lo que es para que por él pasen mejor las cosas que piensan y dicen los otros».

«Ser intérprete me parecía una profesión anodina, pero, también, la que menos problemas morales plantea a quien la ejerce.»

«Nunca había pensado hacer traducciones literarias porque sabía que estaban muy mal pagadas en todas las lenguas».

«Nuestra profesión de intérpretes es otra manera de ser siempre un extranjero, de estar sin estar, de ser, pero no ser».

Aurora Humarán


1 comentario:

  1. The Bad Girl (by Ewandro Magalhaes)

    The Bad Girl (or Travesuras de la Niña Mala, trans. Edith Grossman), tells the adventures and misfortunes of Ricardo Somocurcio, a Peruvian in love with a woman whose ever-fleeting love he seeks over four decades on three continents. The book avoids the cliché that has interpreters cruising the world as international negotiators while rubbing shoulders with the rich and famous.

    No more covert meetings in London, New York, and Davos. Forget the occasional world-saving incursions into wild African hamlets and exotic Asian destinations. Vargas Llosa’s interpreter is a rather simple, undecided, almost naïve man. Not the type one would expect to weigh in on negotiations that could seal the fate of the planet. He’d be lucky to sort out his own love life.

    Ricardo does travel the world and lives in Paris as a staff interpreter for UNESCO. But that is as far as the stereotypes go. His lover, a textbook sociopath—with all the endearing charm that entails—pushes him around and leads him by the nose while exhibiting a shameless derision for interpreting, which she dismisses often as that “profession of phantoms.”

    In the words of Lily, the novel’s gold-digging femme fatale, Ricardo is “nothing but an interpreter (…) someone who is only when he isn’t, a hominid who exists when he stops being what he is so that what other people think and say can pass through him more easily.”

    Vargas Llosa, a globetrotting writer who once doubled as a politician and presidential hopeful in his native Peru, has certainly been exposed to interpreters countless times in the course of his career, despite his mastery of Spanish, French, and English. That allows him to cut through the cliché with critical reflections on the impersonal and at times frustrating nature of an interpreter’s job. The result is a relatable, if wimpy, main character one can root for.

    In a progression that is typical of many first and second-generation interpreters, Ricardo starts his career as a translator and gradually teaches himself interpreting, thus adding another few notches to his belt. He proceeds in fits and starts, facing enormous difficulties in landing his first gigs as an interpreter, in a professional circle that is a lot tighter than that of translators, and where the professional associations “admit new members sparingly.”

    A tale of thwarted passion, The Bad Girl also offers a good overview of the social and political transformations that have taken place in Europe and, above all, in Latin America in recent years, as seen through the creative eyes of Vargas Llosa, one of its real-life protagonists. All of it served up with a certain lyrical detachment, good touches of humor, and the bitter reminiscences of someone who realizes he may not remember any of the millions of words he has had to translate, “because not a single one deserved to be remembered.”

    This article did not start as a book review, but Vargas Llosa’s rich and agreeable prose is worth praising, if anything for avoiding the stereotypes and easy suspense formula. And, while dwelling on some of the less flattering nuances of an interpreter’s craft, and on the silly mistakes we all make when in love, his realistic assessment of what defines us as interpreters or lovers is refreshing, in a society where sugarcoating and instant celebrities have sadly become the norm.

    https://www.linkedin.com/pulse/bad-girl-intriguing-lives-interpreters-ewandro-magalhaes/?trackingId=NKnmOdOk6mYqALCljlhqaQ%3D%3D

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