Digo en el párrafo anterior que estoy traduciendo, pero en realidad todavía no estoy traduciendo, pero en realidad, sí estoy traduciendo. Si bien el texto que me ha regalado la vida (y van…) sigue en inglés en una carpeta que se llama (surprise, surprise!) ORIGINAL y no hay nada en la carpeta que se llama TRANSLATION, yo ya estoy traduciendo. Estoy traduciendo porque ya estoy reflexionando sobre yambos, sobre los endecasílabos de Mujica Lainez (y aquellos sonetos que "tradujimos" [ponele] en Language II en la facultad), sobre esa cosa lisérgica, esa menesunda que es la vidaamormagiasueño, porque ya elegí palabras para decir a varios de los personajes, porque ya me puse el traje que este texto necesita y se merece. La traducción ya empezó, y sé que libros como este afilarán la varita mágica de mi poesía. La traducción ya empezó. Words will follow.
Escribir palabras ajenas de Pablo Ingberg (editorial EDUVIM) ha llegado a mi vida. Paren las rotativas. Decido poner en pausa los otros libros que estoy leyendo para devorar esto que se despliega ante mis ojos voraces.
Peligro. Es demasiado BELLO. Nada es bueno en exceso. Ni siquiera la hermosura.
Me juro leerlo de a poquito. Un capítulo por vez. Oj-Alá pueda.
Traductores: ¿qué están esperando? Compren este libro ya mismo. Confíen en mi consejo. El propio índice te levanta de la silla y te rocía gotitas de felicidad. La reseña tardará porque, contra mi forma habitual de leer, este será un día a día nutritivo. El gran Ingberg ha hablado. Necesito aprender de él.
Aurora Matilde Humarán
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